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La fondolexia

Es el año 2005 y te ha dejado tu novia. Es duro y lo sabemos, pero la combinación de eyaculación precoz y síndrome de Peter Pan la toleran muy poco las mujeres de esa época. Tratas de recuperar tus propias amistades y al poco te ves en una discoteca dándolo todo. Hasta aquí todo bien, lo malo pasa cuando tu amigo el cabroncete te etiqueta en el Facebook en esas fotos tan chulas apoyado en la barra con la copa en la mano.

¿Ese soy yo? Si hijo mío.

Cómo ya estamos en febrero y el tiempo pasa volando, te apuntas a un gimnasio porque semana santa está al caer y con esa barriga y ese brazo que no llena la manga de las camisetas de gente joven no pintas nada en la playa. Después de una ruptura, los hombres históricamente hacían una de estas tres cosas, dependían básicamente del nivel de necesidades sexuales y seamos sinceros, un poco del amor propio de cada uno:

  • Nivel básico: Te apuntas al gimnasio
  • Nivel medio-preocupante: Un curso de fotografía
  • Nivel salido-máximo: clases para bailar salsa

Al menos has optado por la menos radical y la <<más masculina>> ya habrá tiempo (más bien necesidad) para usar las otras… Te apuntas al gimnasio y si logras pasar la barrera de las dos primeras semanas de agujetas y atracones, te pondrás fuertecito. Tras tan larga lucha contra el tejido adiposo y los carbohidratos, en la tele te llaman vigoréxico. Sale en el QUO y en el Muy interesante y hasta los telediarios se hacen eco. Tu madre te dice que no tomes batidos, que los carga el diablo y de estar fuerte y sano como un roble, ahora resulta que estás enfermo.

vigorexia

Pobrecillo, que mal se le ve…

Dicen del vigoréxico que se cuida de forma enfermiza, que nunca da por bueno su rendimiento físico, que cree estar menos fuerte de lo que está, que necesita entrenar más… ¿os recuerda a alguien? A mí también. En el 2014 hemos cambiado el gimnasio por las zapatillas de correr y el curso de fotografía por el meetic o sucedáneos. Somos carne de titularitis, pronto estaremos todos enfermos, la fondolexia está al caer.

Gimnasio para fondistas

Si hay un apartado olvidado en el entrenamiento de la mayoría de los corredores populares, es el trabajo de la fuerza. Y parece bastante lógico si pensamos en cómo nace y sobre todo, en cómo evoluciona el corredor popular. Se empieza a correr por algún motivo (perder peso, hacer vida saludable, ambición deportiva, etc.) con el objetivo inicial de aguantar unos minutos, luego unos minutos más… luego más días a la semana, luego más kilómetros, luego una carrerilla que pasa por delante de casa, luego un 10000, luego nos llama la media maratón, quizá la montaña, y acabamos con la prueba “reina”: El maratón.

Durante este proceso y según el nivel de cada uno, el cuerpo de un atleta sufre cambios fisiológicos importantes. El más conocido es el del corazón -que aumenta su tamaño, con lo que gana capacidad de bombeo y menor ritmo cardíaco- pero también se sufren otros y no todos son positivos. En su afán por ser más resistente y eficiente, el fondista tiende a perder peso, grasa y también masa muscular. El gesto deportivo también se adecúa para gastar menos en recorrer la misma distancia, desconectando terminaciones nerviosas que acaban de esta forma inhabilitando millones de fibras musculares

Pero correr es más que eso, mucho más; Si queremos dar lo mejor de nosotros -y lo que es aún más importante, hacerlo durante más tiempo- hay que planear los entrenamientos. Y entrenar, no es calzarse las zapatillas y salir a correr por la tardecita a echar kilómetros al parque, entrenar es seguir un plan para alcanzar un objetivo. Si no lo tienes, bien, just RUN.

Lo primero que hay que hacer, es desterrar todos los mitos y creencias que tengamos acerca de los gimnasios, las pesas y la hipertrofia en general. No nos vamos a poner como Arnold ni aún queriendo y tampoco hay que ir corriendo a comprarse bañadores marca-paquetes para lucir palmito en la playa (aunque yo los llevo ¿qué pasa?). Esto es aún más evidente en las chicas y su legendario miedo a que le aparezcan músculos donde antes había curvas: desterradlo.

A modo de resumen (científicamente inexacto, sacrílego e incompleto), diremos que básicamente hay dos tipos de fibras musculares -hablando siempre del músculo esquelético-: Las del tipo I y tipo II.

Las tipo I: Usan mucho oxígeno, son muy resistentes a la fatiga, generan poca fuerza y son poco dadas al crecimiento.
Las tipo II: Poco oxígeno consumido, son las menos resistentes a la fatiga y generan gran cantidad de fuerza.

No hay que ser un lumbreras para darse cuenta de que nos interesa, sobretodo, darle cañita a las fibras tipo I, y como se puede ver es fácil diferenciar el físico de un atleta «con mucha fibra del tipo I» y a otro «con mucha fibra del tipo II». En este punto siempre se comparan fondistas con velocistas, pero puestos a exagerar hagámoslo comparando a fondistas VS culturistas. Si analizamos los músculos de ambos, veríamos como cada uno presenta un desarrollo casi opuesto (exagerando un poco) en sus fibras musculares. Uno (pongamos Kiprotich, que está de moda) presenta hipertrofia miofibrilar (mayor densidad de fibras, aunque «pequeñas» del tipo I) mientras, pongamos Schwarzenegger (¡Jesús!) presenta hipertrofia sarcoplásmica («menos» fibras, pero mucho más grandes). Todo esto muy a grandes rasgos y muy cogido por los pelos, que no se me enfade nadie.

Ejemplo de “fibroso de tipo I”

Fibroso “tipo II” De cuando daba gusto ver a un culturista

Normalmente, ni tendremos la cantidad de fibras “Tipo I” de Kiprotich, ni la calidad de las “Tipo II” de Terminator (tendremos las que nos han tocado por Mamá y Papá) pero no nos engañemos: podemos sacar mucho más partido de las que tenemos y podremos crear nuevas, lo que a día de hoy sigue sin saberse es si se pueden “convertir” de un tipo a otro (variar nuestro porcentaje de fibras del tipo I con respecto a las del tipo II) con resultados poco concluyentes (por contradictorios o por estar realizados sobre grupos de no-atletas).

Hay muchas maneras de entrenar fuerza sin trabajar con pesas: hacer cuestas, series, multisaltos, correr con el paracaidas, jugar con las vallas, etc. Pero no hay ninguna que sea tan específica y tan poco lesiva como el entrenamiento con cargas (no confundir con el entrenamiento lastrado, cosa que afortunadamente, va desapareciendo de las manías de los entrenadores de los años ochenta).

Teniendo más o menos clara la teoría, llegamos a las siguientes conclusiones:

Entrenarnos de manera únicamente aeróbica no nos permite rendir a nuestro 100%.

– El cuerpo, como mera adaptación a correr, elimina “sobrantes” que nos serán necesarios en ciertas fases de la temporada.

– Necesitamos ganar fuerza (en músculos y  tendones) sin ganar peso ni retener líquidos.

– La forma mas rápida, eficiente y menos lesiva de hacerlo es mediante pesas (o resistencias).

– El entrenamiento con pesos, deberá ir encaminado a ejercitar las fibras “tipo I“.

– Sometiendo al cuerpo a cargas controladas, disminuiremos el riesgo de lesión, al tener el sistema musculotendinoso mas fuerte.

-Tendremos una excusa para pasar mil veces por delante de la clase de spinning

Pierde el miedo a las pesas y pisa el gimnasio, especialmente en pretemporada y periodos lejanos a la competición. Cuanto más preparado muscularmente y más músculos implicados en el gesto de correr tengas, tanto más (y mejor) rendirás en entrenos y competiciones.

Escozor

Pues sí, así es como tengo el culo últimamente. No es un bonito juego de palabras para referirme a los recortes del gobierno, ni me ha entrado ninguna alergia veraniega, es algo totalmente físico. Tras un mes de descanso absoluto, las últimas dos semanas he empezado a darle al noble arte del gimnasio, donde uno cambia el sudor del correr al sol y con brisa marina, por la mezcla de olores de perfume barato y sudor de hace tiempo. Este empezar en la vida activa (tampoco me estoy refiriendo a mi situación laboral) me ha traído añoradas sensaciones, como esa que perdemos rápidamente al dejar de correr, escuchar tu propio corazón, incluso sin querer.

Al escozor, si. No me ha pasado nada grave en el gimnasio, alguna agujeta que otra y tampoco he sufrido ningún ataque en los vestuarios. La cosa es que entre las pesas y los sillines, tengo el culo y las palmas de las manos como para hacerme un estudio… Del National Geographic. Me planifiqué un mini-calendario de entrenamiento, que he tenido que ir ajustando a ojímetro según el estado de mis posaderas. Uno ya no puede hacer bici cuando quiere. La elíptica prefiero dejarla para dentro de unas semanas, admito que no me gusta nada ese simulador de correr para nenas, pero es un paso intermedio más que necesario. Espero volver a correr antes de que la hipertrofia acabe con mis manos y, sobretodo, ya sabeis.

¿Qué se hace con un blog llamado hablandodecorrer.com cuando no corres? Podría hablar de cómo, cuánto y dónde corren los demás, pero para eso mejor que lo hagan ellos (¡y tan bien que lo hacen!)

He tenido mis impulsos claro, desde planificar la pre-temporada con sus ciclos y todo hasta borraros a todos de mis FEEDS para que no me deis envidia sana in corpore no sano. Así es uno. También me he perdido la subida a la montaña de Arucas (que es una de mis carreras favoritas aunque no sé muy bien por qué, quizá los recuerdos de las cronoescaladas de Le Tour hace mil años) y me perderé la de Teror, en la que el año pasado subí haciendo la goma todo el rato y acabé pidiendo la hora donde los Donuts. Me apetecía hacerla con el GPS…

Y además veo correr por todas partes, un día me voy a matar por la avenida marítima mientras conduzco mirando por el rabillo del ojo a los corredores, pero se ve que se me va pasando, ya abro el Internet Explorer (sí, soy de explorer, qué pasa) y casi termino de teclear wiggle punto algo, todo un logro a estas alturas.

Entre una tirada larga de domingo o verte la trilogía del murciélago de Nolan no hay color, pero en este caso lo primero, desgraciadamente, no era una opción. Guardadme sitio en Arkham, allá voy.

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