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Vibram FiveFingers Classics

En el camino hacia el lado oscuro del correr, todo corredor se topa con las Vibram FiveFingers. Son el todo en uno del minimalismo (salvo el precio, que es más bien maximalista) Sin plantillas ni añadidos, sólo 3mm de goma entre el pie y el suelo, y un poco de neopreno alrededor (vale, no es neopreno, pero es bastante parecido al tacto). Una de las mejores cosas que tienen, es que se pueden lavar en la lavadora sin miedo a que se deformen.

Buscando zapatillas con menos diferencia entre la altura de suela en el talón y en la punta, ya había flirteado con ellas por internet, mirando modelos y sitios donde comprarlas. Obviamente en Canarias en ningún sitio y en el resto de España tampoco encontré mucho más hace seis meses. En este caso, comprarlas por internet no era opción ya que si acertar con la talla de unas zapatillas entre marcas o modelos tiene su aquel, con éstas, que son tipo guantes, y no llevan cordones ni casi ajuste extra, el número exacto es crítico. El viento viró a popa en una escapada que me di a Liverpool, recorriendo la ciudad aparecieron en un escaparate y, claro, cómo iba yo a resistirme.

Como todo friki del averno salí de la tienda con ellas puestas y ya no me las volví a quitar hasta que llegué a casa. Hay mil modelos de FiveFingers y hay que tener en cuenta una cosa, por muy minimalistas que sean (que lo son) el marketing que tienen detrás no es precisamente minimalista. Teniendo eso claro opté por el modelo Classics, que son las más baratas y las más sencillas (también era las únicas que había en la tienda).

Mis pies son la cosa más débil del mundo. Me hago rozaduras y ampollas en una carrera de 5km de asfalto en línea recta, con calcetines y buenas zapatillas. No tenía muchas esperanzas de que con esto en los pies la cosa cambiara drásticamente. Y no cambió.

Hice un rodaje ligero de 5km en terreno variado y las sensaciones fueron muy buenas. Son ligeras, muy frescas y comodísimas. Imposible correr de talón obviamente, pero eso afortunadamente ya quedó atrás. Al acabar el test, tuve un amago de ampolla donde siempre (dedo gordo-metatarso de la pierna izquierda). Al día siguiente pude correr con normalidad con mi calzado habitual (Mizuno MushaAdidas Adizero Rocket) y al siguiente la rozadura ya había desaparecido.

Ahora hace unos seis meses que las tengo y me las pongo una o dos veces a la semana. Indistintamente de si toca hacer series, fartlek o rodaje. Van igual de bien a ritmos de 4’40” que a 3’30”. Sólo evito ponermelas en dos circunstancias, series cortas en pista (desde los 100 y hasta los 400m dan la sensación de que se te pueden salir) o en tiradas muy largas ya que mis pies nos aguantan más de 10 km sin ampollas incipientes.  Sé que si las usara con mayor asiduidad, el pié se me adaptaría, pero sólo pensar en las semanas de adaptación hasta hacer callo, me da una pereza terrible.

Este modelo tiene, en mi opinión, un fallo grave de diseño. Aunque es cierto que éstas Classics son el primer modelo que salió a la venta, Vibram no las recomienda para correr, y te envía al modelo Bikila u otros más modernos (y más caros, claro). Después de pisar, al recoger el pié del suelo, la zapatilla tiende a abrirse por los laterales, en la zona del arco del pié. Esto hace (al menos en mi caso) que de vez en cuando te entre arena, piedrillas o similar. Pasa poco, y cuando pasa al poco tiempo acaba desapareciendo igual que apareció, pero ahí está. De hecho, los nuevos modelos vienen ya más cerradas por el empeine para que esto no pase y con ajuste de velcro en esa zona (donde normalmente hay cordones en una zapatilla normal).

A nivel muscular y articular, por eso de no tener nada de amortiguación, ningún problema, pero cabe recordar que yo ya venía de correr seis meses con voladoras y sin el famoso apoyo de talón (heelstrike).

Las zapatillas están muy bien construidas y por dentro es imposible encontrar una costura o un borde que te pueda hacer daño. Están fabricadas para usarlas sin calcetines, eso prometen y eso te dan. La suela resbala menos de lo que puede parecer, en mi caso particular, en las curvas del parque romano (arena pisada compacta) van un poco justas, pero vamos, con las Mizuno resbalo igual si voy rápido. En el resto de pavimentos tipo asfalto, granitos o ladrillos varios, van bien. De la duración de la suela no puedo decir nada, tendrán unos 350kms y las veo como cuando las estrené. Han pasado ya cuatro veces por la lavadora.

Hay que tener en cuenta que con esto se nota absolutamente todo lo que pisas. Si vas por una avenida sabes si has pisado entre las baldosas o justo en medio de ellas sin tener que mirar. Esto no es un fallo, es simplemente una característica de tener tan poca suela.Tener los dedos separados aporta una sensación extraña y agradable a la vez. Supongo que la diferencia será la anchura total disponible y no que los dedos estén separados cada uno en su lugar. Cuando mas anchos se tengan los pies, mas se notará la diferencia.

En la búsqueda de mi zapatilla perfecta, yo mezclaría la suela de las fivefingers con toda la parte superior de las Adidas Adizero Pro ¡Por pedir que no quede!

Adidas Adizero Pro vs Adizero Rocket

El paso de las Asics Kayano a las Mizuno Wave Musha fue un viaje con billete solo de ida. Con las “radicales” Musha, correr se hizo mucho más agradable y pude incrementar ritmos y kilómetros totales semanales. Mi transición al método POSE (minimalismo, barefoot o simplemente, correr mejor) era también de un sólo sentido y a pesar de las sobrecargas en los gemelos típica de las primeras semanas, aquello de ir un poco más tirado hacia delante, más bajo, y con más frecuencia (de pasos por minuto, se entiende) me resultaba cómodo y hasta natural. Todos los entrenamientos en pista los empezaba y terminaba con cuatro o cinco vueltas descalzo y cuatro meses después correría mi primera media maratón en 1:25′. Efectivamente acabé con sobrecarga, aunque afortunadamente fue… ¡sólo en los hombros!

Si no fuera porque tengo los pies y las manos más débiles del mundo, no tendría problemas en correr descalzo, pero me niego a estar un año o quizá más esperando a que mis pies tengan la piel lo suficientemente curtida para eso. En la última carrera que participé, tuve llagas durante una semana y ¡fue sólo un 5000!

Asumiendo mi inutilidad para correr descalzo, el siguiente paso era hacerlo de la manera más parecida. En este paso todo corredor en transición piensa en las Vibram Five Fingers, y por supuesto yo no iba a ser una excepción. La excepción se llamaba: falta de tiendas donde las vendan y no era plan de arriesgarse con lo que cuestan y lo raro del número. De paseo por el Decathlon me encontré con las Adidas Adizero Rocket.

Son lo más bajito y ligero que he visto en tienda física y  además, costaban “sólo” 65€. A la saca. Desde ese momento las Musha no volvieron a pisar la pista de atletismo y sólo las usaba para el sucio parque romano. Lo que menos me gusta es la tela del upper, que es de un material que se enguarra cosa mala, pero qué le vamos a hacer, son para correr y no para lucir. A día de hoy tienen unos 10 meses, una media, dos diez miles, dos cinco miles y alguna que otra carrera más y si digo la verdad, la suela está intacta y la amortiguación… ¿eso qué es?

Así que por puro capricho me he comprado las Adidas Adizero Pro.

Como su propio nombre indica, son la mínima expresión en casi todo, sobretodo en la suela (está hecha de pequeños taquitos de goma, que tienen pinta de desgastarse aunque las uses para andar por casa) El upper es cuasi-transparente y pesan poco, incluso si las comparamos con otras “voladoras”. Las Rocket según la web oficial pesan 205 gr. mientras que las Pro pesan 160 gr. Con éstos pesos, hay quien dirá: ¿qué hace este globero usando esas zapatillas? Y hasta yo mismo me lo pregunto a veces. Ni voy al fuego, ni peso menos de 65kg, que parece ser el santo grial para poder usar este tipo de zapatillas. Vaya chorrada.

Si pesas 50 kg y vas a 3:30 en un maratón aterrizando sobre el talón, seguro que tampoco son para ti. Mi ritmo en 10000 es de 3:45 y en 5000 de 3:30 y no tengo ningún problema con ellas. El problema no es el ritmo, ni el peso del corredor, el problema es la biomecánica. En las tiradas largas a ritmos de 4:30 o superiores, tampoco hay problema con ellas, eso sí, si lo vuestro es el “heel strike” o “aterrizar de talón” no seáis kamikazes.

Yo sólo voy a usarlas en carreras, mientras sigo entrenando con las Rocket hasta que mueran por algún sitio, la durabilidad no me importa demasiado, aunque será interesante ver cuánto aguanta esta suela tan mínima el paso del asfalto. Ahora han renovado las Adizero Rocket en el Decatlon, no sé que traen de nuevo, parece sólo estética y la verdad es que me gustan, si en rebajas las vuelvo a ver por sesenta y pocos euros, caerá otro par sin duda.

En la comparación directa, la Adizero Pro gana en acabado y materiales (obviamente tambien en ligereza) a la rocket. Por dentro las costuras y los cortes están mejor rematados y tienen menos sobrantes. Si estuvieran hechas a mano, diría que están hechas con más cariño, pero vale más no engañarse. La sensación al pisar es bastante mas directa en la pro, que enmascara menos los defectos del suelo que la rocket (que tampoco los enmascara demasiado, pero si un poco mas, según mi percepción). En cualquier caso, son diferencias mínimas que no tengo claro que valgan lo que cuesta la diferencia (nada más y nada menos que el doble del precio)

Lo único que no me gusta NADA de ninguna de las dos, es la plantilla. Vale, tampoco es para tanto, se la quitas y punto. Pues no, viene pegada y salvo que haga alguna salvajada (cosa muy mía, por otra parte) no hay forma de evitarlo. El material del que están hechas, me hace resbalar dentro de la zapatilla cuando hay curvas muy cerradas y eso que las llevo bien apretadas. Quizá pueda solucionarlo cambiando de calcetines…

Mizuno Wave Musha II

Me había quedado en que las Asics Gel Kayano se me estaban quedado un poco pesadas. Durante la búsqueda de algo mas ligero, llegué a las zapatillas de competición o voladoras. Por toda la Interweb se pueden leer comentarios de que si la estabilidad es poca, que son muy ligeras y se hacen incómodas a los pocos kilómetros, que si son sólo para corredores de élite, que duran muy poco, etc.

A mi la idea de ahorrarme peso en cada paso me seducía demasiado y me fui de cabeza a por unas. Primero busqué en tiendas locales y apenas encontré nada, en algún viaje busque alguna cosa y tampoco encontré demasiado, así que al final las compré por Internet. Buscando información sobre marcas y modelos o experiencia con zapatillas voladoras, di con ejercicios de técnica de carrera, consejos, ventajas… y acabé en el método POSE. El método tiene fans y detractores a partes iguales (o quizá no) e intentar explicarlo se escapa del alcance de esta entrada, básicamente viene a decirnos una serie de técnicas y ejercicios de propiocepción para correr de una manera supuestamente (a mi me lo parece) más eficiente. Las bases son: aterrizar con el metatarso del pié (la parte almohadillada del pié o el mediopié) sobre la vertical del cuerpo (no pisar delante del cuerpo, sino justo debajo, o lo más retrasado posible), ir ligeramente mas bajo e inclinado hacia delante (desde los tobillos y no desde la cintura) e intentar correr a  unos 160 pasos por minuto (pasos cortos, cadencia alta). De ésta forma nos frenamos menos contra el suelo, no hace falta impulsar tanto (al haber menos pérdida de velocidad) y reducimos la fuerza de los impactos contra el suelo. El santo grial del método POSE, dice que la combinación de metatarso+tobillo+aquiles+rodilla+cadera+musculatura es mucho mejor en términos de amortiguación que cualquier pedazo de goma que pongas bajo tus pies.

Como iba diciendo, vi a buen precio las Mizuno Wave Musha II y además, me parecieron bonitas de la muerte, ‘pa la saca.

En 3 días las tuve en casa y de eso hace ya casi un año. La idea a priori era usarlas en la pista y series cortas para acostumbrarme pero la realidad es que ¿quien quiere cargar con casi 400gr en cada pierna, si con estas de 230 vas igual o mejor? No he vuelto a usar las Kayano. En su momento dudé entre éstas  y las Ronin. Las Ronin eran un poco mas ligeras y éstas tenían un poco de corrección para los pronadores muy leves (como yo). El dibujo del tatuaje de las Ronin hizo que la balanza cayera del lado de las Musha. A día de hoy éstas me parecen muy blandas y muy altas (¡toma ya!) y hubo un mes entero que me estuvieron molestando en el empeine (sólo ese mes, antes y después no me han molestado en absoluto, supongo que sería cosa de mi pié). Ya están bastante curtidas y la arena del parque romano ha hecho estragos en ella, aún las uso para alguna tirada larga (su upper me resulta muy cómodo) o para hacer kilómetros suaves en el parque arenoso.

Las primeras zapatillas

Antes de empezar a correr de manera constante y con algún que otro objetivo en la mente, corría una o dos veces por semana, hacia jogging, footing o como quiera que se le llame ahora a eso. Me mantenía en forma y me ayudaba en el resto de deportes que practicaba y lo hacía con unas viejas zapatillas con la goma de la suela en estado de descomposición (ahora se que eso es goma EVA y que dura menos que un suspiro en buenas condiciones). Correr fue ganando terreno al resto y cada vez eran más los días que salía a… entrenar. El aumento de velocidad y de kilómetros semanales trajo consigo molestias en forma de periostitis, sobrecargas y ampollas. Las últimas me siguen atormentando a día de hoy y el resto es historia. Una de las claves fue la compra de mis primeras zapatillas exclusivas para correr, las Asics Gel Kayano 16.

Elegí éstas por sus características de amortiguación (mucha) y corrección de pisada pronadora (bastante), en aquella época pesaba unos 78kg y taloneaba que daba gusto. Me fue muy bien con ellas, las molestias desaparecieron y seguí acumulando kilómetros. Participé en la carrera Paco Artiles de Telde, en el 10km de navidad de PuertoSport y en la San Silvestre de Segovia (todo esto a finales de 2010). Mi estado de forma iba mejorando, mis entrenamientos eran más rápidos y ya me inserté en la cabeza la necesidad de ir a por algo mas ligero. A principios de año ya empecé a buscar sustitutas, quería algo mas ligero para hacer series rápidas y quizá dejar éstas para las tiradas largas. Antes de jubilarlas, la periostitis volvió a hacer acto de presencia, supongo que por el aumento del kilometraje de las series rápidas, y ésta vez tuve que parar. Entre el pequeño parón por la lesión y la búsqueda de la zapatilla ideal, empecé a indagar sobre ejercicios de técnica de carrera, hasta que irremediablemente di con el famoso (y nada nuevo) método POSE, ahora tan de moda por los minimalistas/barefoot runners. Pero eso ya lo dejo para un próximo post.

Autor

¡Hola! Me llamo Aarón y desde 2010, en mis ratos libres le doy a esto de correr y poco a poco le he cogido el gusanillo. Ahora me ha dado por hacerlo público, sobretodo a raiz de las geniales crónicas e historias que cuentan en sus blogs nuestros compañeros de fatigas.

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