Supongo que por el maldito cambio horario y espero que no por los nervios pre-competición, la semana antes de la carrera no hubo forma de dormir decentemente. Vueltas y más vueltas, sin sueño a las tantas de la madrugada y despertares más propios de domingos de resaca que de días de tappering.
El plan de entrenamiento realizado al pie de la letra, estrictamente día tras día y kilómetro a kilómetro, incluidos esos dichosos descalentamientos que en la soledad del entrenamiento entre multitudes siempre dan ganas de abandonar. La última semana no fue la semana típica pre-carrera, ya que esta semana, aunque con una media maratón de por medio, no es sino una semana más de entrenamiento del objetivo principal. Con todo cayó un 10×500 a 1’35” que hizo bastante pupita y sirvió para recordarme que los gemelos no están ahí ad eternum, sino que necesitan algo de mimo y más cuidado. Por primera vez en las últimas 12 semanas me salté un rodaje de una hora, más vale prevenir que lamentar.
El sábado hago la maleta, salgo rumbo al aeropuerto y nada más bajarme del coche, veo a un tío sacando su equipaje del maletero que me resulta muy familiar. No me hace falta rascar demasiado en el disco duro para atar cabos: pantalones cortos, moreno y definido hasta la médula, corredor y de los rápidos, el ahora amigo, Ángel Baena. Recuerdo salir justo detrás en la primera etapa de la vuelta atlética a Arucas y lograr tenerlo a la vista… unos diez minutos como mucho ¡qué tiempos aquellos!
Corredor + aeropuerto y mi típica cutre-asociación de ideas = pensé que iría a la media de Madrid. Pero no. La sorpresa llegó cuando me contó que también iba Málaga y que además ya había estado tres o cuatro veces en esa misma prueba ¡mis respetos! Además no iba sólo, su compañero del CAI Gran Canaria Miguel Rodríguez también estaba allí!
Yo que pensaba cruzar la meta como el primer canario en Málaga y ya me habían fastidiado. Vuelo tranquilo sentado junto a Ángel, que hace su carga de carbohidratos convenientemente zampándose un tupper a rebosar de pizza familiar como un pro, mientras hablamos de objetivos, deseos y estados de forma. Típico isn’t?. Aterrizaje tipo “toma dura, toma segura” que dejó entrever algo de incomodidad en forma de grito de algún pasajero. Compartimos taxi y me bajo en el estadio (centro neurálgico de la prueba) mientras la “Canarian expedition” sigue para su hotel.
Allí me encuentro con José Lobillo que ha estado aclimatándose al duro clima malagueño desde hace 15 días (LOL) y me somete a una tortura digna del peor enemigo: Recogida de dorsal, vuelta por la modesta pero surtida feria del corredor (donde aprovecho para comprarme unas medias de compresión naranjas, hell yeah)
Paseo caminando hasta el hotel (30 minutos, arrastrando el trolley por supuesto) caminata hasta el centro de Málaga (otros 30 minutos), visita de aquí y allá (todo muy bonito, hay que decirlo) y más caminata y más y más… Llamadme astrólogo o lo que queráis, pero algo debí presentir cuando me llevé unas medias de compresión puestas desde la isla.
A todo esto son las 19:00 y… ¡no he comido! Ocho horas sin comer el día antes de la media maratón y tropecientos kilómetros de caminata en mis delicados gemelitos. Todo un ejemplo. Lo bueno de esto es que llegué a la cena con más hambre que el tamagotchi de un sordo y la cena en la Espaguetteria Circus me sentó de fábula. Taxi y al hotel.
Alarma a las 7:00 (hora a la que el hotel abre el desayuno) algo de ropa y a desayunar. Un poco de cereales, pan blanco, jamón serrano y… ¡Chema Martínez! Sé que hubiera molado muchísimo adjuntar a la crónica un buen selfie acompañado del gran Chemita Martinez, pero simplemente lo salude y le desee suerte en la carrera, aún me puede eso de dar la brasa, incluso a alguien tan cercano como este crack. Poco a poco el hall del hotel se llena del violeta de las camisetas oficiales de la prueba y yo me calzo las medias naranjas, el dorsal y a la calle. Los padres de José nos llevan a las inmediaciones donde nos unimos a María (amiga de lobillo que se estrenaba en una media maratón oficial) para ir al guardarropa. María me pregunta que donde llevo el chip… ¿el chip? ¿Qué chip?
¿OTRA VEZ? Lo mío con los chips es de traca, lo había puesto junto al dorsal y aún a día de hoy lo estoy buscando. Hablo con la organización, les comento el <<incidente>> y me ceden otro kit del imbécil compuesto por dorsal y chip nuevo, un diez por solventarlo tan rápido y sin ninguna pega. Me pongo ambos dejamos la mochila y a calentar. Caliento menos de lo que me gustaría, saludos nerviosos a la “canarian expedition” y al cajón. Busco un sitio bastante bueno, y sigo con el calentamiento “estático” hasta que se da la salida. En este punto, un misántropo confirmado como yo saca el escáner anti-personas buscando cualquier cosa posible de la que quejarme, pero es la carrera en la que he visto menos infiltrados en el primer cajón, un diez para los malagueños. A su favor también hay que decir que la moda de la equipación ultra-heavy-maxi-mega-more-and-more-distancia-and-trail aquí no he pegado casi nada, apenas vi dos o tres flipadetes con portadorsales y ochocientos bidones y geles de los que te hacen acabar la carrera con balance positivo de calorías.
¡Al turrón!
Disparo y salidón. Lo de salidón es porque mola muy mucho salir desde una autovía de tres carriles y una via de servicio enteros para corredores, correr 500 metros y dar 180º en una rotonda y cruzarte con la marea violeta de frente. Aciertazo. Objetivo 3’55”-3’59” o lo que es lo mismo, no ver nunca un 4’ en el ritmo, por supuesto los primeros dos kilómetros siempre compensa hacerlos un poco más rápido para pillar un buen grupo, en un maratón la cosa sería bastante diferente.
Me adelanta hasta el tato y en el giro de la carrera de 5 kilómetros no veo girar a nadie. Me sigue asombrando la de gente que sale a 3:40 y a 200 pulsaciones por minuto asfixiadísimo para luego hacer una media de 4:30, no me cabe en la cabeza y no la tengo pequeña.
Voy clavando los parciales objetivo y llego al giro de 180º de aproximadamente la mitad de la carrera. Me encuentro genial y aunque no aumento el ritmo voy saltando de grupo en grupo, ya que muchos van claramente a menos.
En este momento incorporo una novedad en mis carreras, un gel con cafeína. Obviamente lo había probado en varias tiradas largas y algún entrenamiento duro con buenos resultados. La droguilla hace efecto y decido tirar un poquito. Prácticamente no bajo de 3:45 a partir del kilómetro 14.
Toda esta zona es la parte más bonita de la carrera y callejeando por el centro de Málaga ¡escucho mi nombre! Son los padres de José Lobillo que me han reconocido ¡benditas medias naranjas, muchas gracias! Entre esto y la cafeína me ponen como si hubiera tomado un litro de JET-A1.
No tengo las estadísticas pero de aquí al final adelantaría como a 50-60 corredores, que quizá no parezcan demasiado, pero habiendo hecho el 104º de la general no son pocos. Llego al estadio, últimos trescientos y pico metros y veo el 1h 22’ y pocos segundos, alfombra y click al garmin.
Obsérvese en el vídeo como me torean para darme la medalla ¡qué me la deis que es mía!
Al pasar la meta podemos ir a vestuarios y guardarropa a nuestra derecha o disfrutar de nuestro chill-out post-carrera a contar batallitas de runner cebolleta en el magnífico césped del estadio, como aquí vamos. ¿Y qué hay mejor que celebrar una MMP? ¡celebrar dos! A los dos minutos llega Lobillo marcándose un carrerón y haciendo como tres minutos menos que su anterior marca ¡enhorabuena!
Aún nos quedan fuerzas para descalzarnos y descalentar un poco por el césped al rico sol de Málaga. Buscamos a la “canary expedition” pero no damos con ellos (estaban dándose masajitos, estos nenazas xD). A pesar de quitarme tres minutos de mi MMP, de conseguir una MMP tras tres años sin poder culminar una preparación decente y de bajar dos minutos el tiempo que pensaba hacer (1h24′) me voy con la agridulce sensación de que estaba para hacer menos, así que en la siguiente tocará arriesgarse ¿Quién dijo miedo?
A destacar
Tener servicio de masaje suele ser normal en muchas carrera, pero tener servicio de podología, es simplemente ¡de diez!
Es la primera vez que corro esta carrera y las sensaciones no han podido ser mejores. El cambio de circuito un par de semanas antes de la carrera, puede que haya afectado a la belleza del recorrido, pero este circuito es cojonudo para correr: llano, recto, asfalto en perfectas condiciones y muy fácil de tomar referencias visuales. Mucho público en todo el recorrido y un clima perfecto (sol, sin nada de calor ni viento). La organización sencillamente perfecta, ni una cola, ni un agobio y siempre muy atenta.
Cosas a mejorar
En el tramo que pasa por el casco histórico, sería recomendable acotar de alguna manera la parte que es calle, de acera (cinta entre farolas, papeleras o vallas por ejemplo) ya que al no ser zona de asfalto es difícil distinguir calle de acera y yo mismo me vi recortando sin querer en algunos chaflanes.
Epílogo
Ah si, se me olvidaba, ahora me llamo David Gallardo Gutiérrez, que con el dorsal 5724 hizo 1h 22′ 08″ y yo con el 5723 2h 7′ 42″ aaaggghhhh
Enlace a la clasificación general (ojo, son 22 mb!)
Enlace a galería de fotos (externa)
Thats all folks!