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¿Por donde empiezo?

Ah sí, por la ausencia. No es necesario que os diga lo duro que es hablar de correr cuando no corres, así que imaginad lo que significa escribir de correr sin hacerlo (correr me refiero). También se puede ver como un ejercicio de coherencia, pero suena tan cursi que mejor ni lo planteo.

Diciembre y enero han sido meses duros en general y catastróficos en lo particular (recordemos que hablamos de correr). Lo peor de todo es que no ha sido nada nuevo, con lo que escribir de ello se me hace cuesta arriba, cansino y repetitivo, pero allá va.

Cuatro series de 400 metros fue lo que me aguantó la pierna el primer día de series, después de más de 4 meses de entrenos muy suaves de carrera continua primero y fartleks variados después. Trotes cortos primero, medianos después e incluso alguna tirada que puede ser considerada hasta de “larga” por los ultra-guys. Una carrera de 10km por ahí en medio y varias de menos distancia, siempre suave y con mucho descanso entre entrenos, pero no fue suficiente. Treinta minutos de calentamiento, de intensidad suave a moderada y de moderada a intensa, unas rectas muy suaves en progresión no sirvieron para evitar el estrepitoso fracaso. No hay nada como seguir todas las reglas del entrenamiento para que se vuelvan contra ti, a la cuarta serie de 400 metros la tibia me dijo que era mejor dejarlo y que siguiera jugando al golf. Tampoco penséis que las series de 400 eran al fuego, nada más lejos de la realidad. La primera en 1:40 (vamos, un paseo para quien tiene como objetivo bajar del minuto en la vuelta a la pista) 2ª 1:35, 3ª 1:30 y 4ª 1:25. Un fiasco en toda regla.

Ahora mirando los datos de ese entrenamiento vía Garmin Connect, me doy cuenta que lo hice el 25 de diciembre, si es que sólo a mí se me ocurre regalarme eso por navidad. No volví a correr hasta la media maratón de Gran Canaria (un mes después) que por supuesto no tenía pensado correr, pero como no hay mejor reclamo que la palabra gratis, allí que fui con mis zapatillas y di la vuelta al circuito en 1h 29′ más o menos. Mi subconsciente iba tan preparado para no sufrir, que se olvidó el chip en mi casa.

¿Y ahora qué?

Formateo mental, vuelta al gimnasio, a la elíptica, simulador de escaleras y ya por último a la cinta de correr. Ahora tengo fastidiado el cuello de mirar la tele mientras corro en la cinta, se ve que el personaje de Elijah Price de la gran “Unbreakable” me ha dejado marcado, tendría que haberle pedido el papel al Shyamalan.

Estudios de pisada en estático, dinámico, fisios, gammagrafías, podólogos, ortopedas, plantillas… BULLSHIT. Ha sido trincar un poco las nalgas y todo ha vuelto a su estado inicial, la tibia pidiendo la hora. Cuando uno está mal hecho hay que aceptarlo y punto. A todo esto hay que añadir que no sirvo para jogger, disfruto corriendo si y sólo si puedo cumplir un fin, una marca, un puesto o cualquier otro tipo de objetivo. Hasta me motiva correr despacito si sé que está dentro del plan de recuperación de la lesión, pero correr dos veces por semana a 5’ el mil, no se hizo para mí.

true story

Y todavía no he hablado de lo peor de no correr, que es perderme todos esos momentos que vivimos en las carreras. Compartir los nervios de la salida, comentar el estado de forma, la táctica de carrera, el objetivo a corto, medio y largo plazo, ver la llegada de tus amigos, la alegría de terminar una carrera o hablar sin parar durante una hora de entrenamiento. Desde ver a Jose Brehcist cruzar la meta con todo un marcón en una carrera nada favorable, al abrazo más famoso de la historia del running local. Ver como amigos y conocidos se enganchan a esto de correr o como una persona se emociona al cumplir su objetivo de terminar un pedazo de maratón son cosas que quedan grabadas a fuego en la memoria, y tener que verlas desde lejos, no es la mejor de las opciones.

Y así estoy.

Para más inri, del resto estoy como nunca. No recuerdo la última vez que tuve un resfriado (de gripe ni hablamos), estoy en 67 kilos (menos que nunca desde que corro) asimilando todo el trabajo del gimnasio y hasta he bajado mi hándicap*. Lástima que eso que une la rodilla con el tobillo no acompañe. Tenía un plan B, que era hablar con Pistorius, al que no le duelen las tibias desde hace mucho tiempo, pero se me ha chafado el invento, no hay quien localice a este hombre ahora.

A mí que no me gustaba el ultra fondo (en especial los ultra fondistas) y resulta que me estoy convirtiendo en uno, porque esto ya va para el año…

*Lo del handicap era una “licencia literaria”, aunque igual si me pongo…

La pista de atletismo

Desde que empecé a correr, siempre he sido más de hacer el mismo recorrido más rápido, que de correr más kilómetros. Lo normal en la progresión del corredor popular, parece la contraria, empezar saliendo a correr unos minutos e ir aguantando cada vez más y más tiempo. Cuando correr pasó a ser parte de mi vida, saliendo tres o cuatro días a la semana surgió una pregunta clave: ¿y ahora qué?. En este punto a unos les da por hacer fartlek, cambiar de “circuito” o salir a hacer lo mismo con amigos. Yo pasé directamente a la pista de atletismo.

Tienes un hobby y llega el momento en que ese hobby oculta a los demás, se come el tiempo de los otros. Luego indagas por internet y encuentras aquello de “las series”. Sólo para expertos, hay que tener una base de varios años de carrera continua y cosas similares se leen en todos los manuales (escritos y no escritos) para hacer series.

Tengo amigos corredores populares, que en su vida han pisado una pista de atletismo. Les genera una extraña ansiedad, se sienten como caballos encerrados en un hipódromo de juguete, perdidos sobre esa goma roja y un poco blanda donde se juegan las olimpiadas de verdad. Esa mitificación que envuelve a las pistas de atletismo hay que derrumbarlas. Se puede ir a correr a una pista de atletismo aunque uno sea un manta (como yo). Al fin y al cabo, todos corremos diez miles, medias y maratones y no somos Bekeles ni Mutais. No estamos hablando de hacer 100 lisos en 11 ó 12 segundos, pero sí se puede aspirar a hacerlos en 13 ó 14 ó 15 y creedme que la sensación de quitarte un segundo, en tan poco espacio es muy gratificante.

A mí, el hecho de estar en ese recinto y saber que mide exactamente 400 metros, que es “igual” que lo que se ve por la tele en las olimpiadas y que está pensado, hecho y fabricado para dejarnos los higadillos en él, qué queréis que os diga, me pone.

En éstas cosas tan exactas y medidas, no te puedes esconder. Si te despistas tres segundos en una vuelta, ya no cumples con el tiempo, si te pasas en la salida, lo pagas claramente en la recta final y ya no cumples con el tiempo, si has corrido las series anteriores muy fuertes, ya no cumples con el tiempo. Esa prontitud de resultados, esa posibilidad de ver a los pocos segundos si lo has hecho bien o mal, esa capacidad de sufrimiento en un tiempo tan corto es para mí lo que hace tan especial al correr sobre tartán. Los profesionales, tardan años en quitarse unas décimas de nada, pero a nosotros los populares, nos enseña a ser eficientes y ver como el crono refleja exactamente cualquier mínimo cambio que hagamos en nuestra estrategia o técnica de carrera.

La pista de atletismo es sufrimiento puro. A todos nos gusta correr por una avenida marítima a 19 grados durante hora y media, sobre todo cuando llegas a ese nivel de poder correr en velocidad de crucero por tiempo indefinido. Cuando corres por placer, lo haces por sitios más o menos bonitos rodeado de naturaleza en mayor o menor medida o muchas veces, con gente alrededor que como tú, también están disfrutando. Sin embargo, en la pista raras veces ves caras de alegría. Hay quien piensa que lo peor de la pista de altetismo es dar vueltas y vueltas al mismo sitio. Yo creo que si te está dando tiempo a aburrirte por exceso de vueltas, es que no estás rindiendo como es debido.

En la pista sólo ves estrés, concentración y sudor, y se escuchan jadeos y corazones a punto de estallar. Todo el que está sobre el tartán se está examinando contra tres jueces, a cada cual más duro: La pista, el crono y tú mismo.

A la pista hay que amarla y odiarla a partes iguales, pero al contrario de lo que se suele hacer. Hay que amarla cuando no cumplimos con lo que teníamos previsto, porque es ahí donde reside su magia, hay que quererla cuando después de muchas horas de gimnasio y de series al 75-85% nos quedamos a 1 segundo de la marca prevista. Ahí, cuando nos muestra toda su crudeza, hay que amarla, porque es dónde nos ayuda a mejorar. Odiarla es más fácil, cada vez que obtengas un beneficio por haberla sufrido (y serán muchas veces) sabrás que todo es mérito suyo.

P.D: Esto era un post pensado para hablar de unas zapatillas y ha acabado siendo otra cosa totalmente distinta. Habrá que escribirlo en otra ocasión.

A por nuevos objetivos

Correr sin objetivos no está al alcance de cualquiera, y yo no soy una excepción. Después del medio maratón de Gran Canaria, toca buscar motivación preparando otra carrera. El amigo Gonzalo me alertó de la existencia de un 10 kilómetros urbanos en Telde el 8 de abril, teóricamente después de esa fecha debería correrse la media maratón del Muelle y/o la Macan, así que el entrenamiento irá dedicado a una media maratón para Mayo, con una prueba de 10km en Abril. Aún así, febrero pretendo hacerlo muy suave, corriendo sólo tres – cuatro días a la semana y sin grandes aspiraciones salvo buscar sensaciones y disfrutar del correr, que no es poco.

En el corto-corto plazo, he hecho la pre-inscripción para la Canarias Vertical Run, una carrera de esas diferentes, que consiste en subir a lo alto del edificio Woermann por las escaleras. Se corre en formato contra-reloj (sale un corredor cada X minutos) y viene el campeón del circuito nacional de este tipo de carreras (Ignacio Cardona Torres, con un 1h 12″ en medio maratón). La inscripción (de 20 euros) me parece un atraco a mano armada, entre otras cosas, porque ni siquiera hay premios para ninguna categoría que no sea la de Bomberos, pero en fin, es lo que tienen los vicios, que cuestan dinero. La idea es echar unas risas haciendo entrenamientos diferentes y darles cañita a otras partes del cuerpo.

Habrá que hacer escaleras, cuestas, escaleras, series, escaleras, sentadillas y algunas escaleras más para preparar esto medio-decente, aunque a escasos 10 días de la carrera,  no creo que sirva de mucho. Lo mejor será dejarse el higadillo por la boca y ver que sigues prácticamente en el mismo sitio ¡todo sea por la variedad!

Marcas

Mejores Marcas Personales (MMPs)

 

400: 1’05”

500: –

1000: –

Milla: –

3000: –

5000: 17′ 18″ (carrera El Corte Inglés)

10000: 35′ 50″ (Puerto Sport)

Medio Maratón: 1h 21′ 12″ (Media Maratón Fundación Puertos)

Maratón: Todo llegará

Objetivos

Después de un año corriendo con cierta regularidad, decidí correr en Mayo la media maratón de la Fundación Puertos de Las Palmas. Antes de eso, en diciembre, había corrido la Carrera de Navidad de Puerto Sport (10000m) en 40’29” (Creo que ahí fue donde conocí a Iván Tejera). Así que me lancé a la piscina y me marqué como objetivo hacer la media en 1:30′. Los números no me cuadraban, había que correr un pelín más rápido que la marca del 10000 y durante más del doble de tiempo, ya habría tiempo de arrepentirse. Corrí e hice 1:25’11” el subidón fue tal que no he parado desde entonces. Ahora me he propuesto hacer la media maratón de Gran Canaria del 22 de enero en 1:19′.

Ni me veo capaz, ni creo que sea un objetivo alcanzable, pero qué más da ¡todo sea en favor de la motivación!

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