
Antes de empezar a correr de manera constante y con algún que otro objetivo en la mente, corría una o dos veces por semana, hacia jogging, footing o como quiera que se le llame ahora a eso. Me mantenía en forma y me ayudaba en el resto de deportes que practicaba y lo hacía con unas viejas zapatillas con la goma de la suela en estado de descomposición (ahora se que eso es goma EVA y que dura menos que un suspiro en buenas condiciones). Correr fue ganando terreno al resto y cada vez eran más los días que salía a… entrenar. El aumento de velocidad y de kilómetros semanales trajo consigo molestias en forma de periostitis, sobrecargas y ampollas. Las últimas me siguen atormentando a día de hoy y el resto es historia. Una de las claves fue la compra de mis primeras zapatillas exclusivas para correr, las Asics Gel Kayano 16.
Elegí éstas por sus características de amortiguación (mucha) y corrección de pisada pronadora (bastante), en aquella época pesaba unos 78kg y taloneaba que daba gusto. Me fue muy bien con ellas, las molestias desaparecieron y seguí acumulando kilómetros. Participé en la carrera Paco Artiles de Telde, en el 10km de navidad de PuertoSport y en la San Silvestre de Segovia (todo esto a finales de 2010). Mi estado de forma iba mejorando, mis entrenamientos eran más rápidos y ya me inserté en la cabeza la necesidad de ir a por algo mas ligero. A principios de año ya empecé a buscar sustitutas, quería algo mas ligero para hacer series rápidas y quizá dejar éstas para las tiradas largas. Antes de jubilarlas, la periostitis volvió a hacer acto de presencia, supongo que por el aumento del kilometraje de las series rápidas, y ésta vez tuve que parar. Entre el pequeño parón por la lesión y la búsqueda de la zapatilla ideal, empecé a indagar sobre ejercicios de técnica de carrera, hasta que irremediablemente di con el famoso (y nada nuevo) método POSE, ahora tan de moda por los minimalistas/barefoot runners. Pero eso ya lo dejo para un próximo post.