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Mi primera carrera de montaña

Una noche en una discoteca me encontré con un amiguete que hacía tiempo que no veía. No recuerdo como, pero en algún momento de la conversación salió el tema del running y claro, ahí que nos lanzamos. El punto álgido fue algo de este estilo: Pues sí, está muy de moda ahora, yo corro sobretodo montaña… Pues yo prefiero el asfalto, la montaña la dejo para cuando no pueda correr más rápido… ¿ah si? Yo tengo 2h 45’ en maratón y tú?

Yo… yo… ¡anda que pedazo de rubia!

Me encanta llevarme estos facepalm, que me pongan en mi  sitio de vez en cuando y meter la pata hasta el fondo del mismísimo averno se está convirtiendo en mi especialidad. Muchos pensarán que te dejan la moral por los suelos, yo creo que el efecto es otro muy distinto, te abre los ojos a lo que puedes hacer y no haces y te muestra lo que el esfuerzo y el sacrificio de otros es capaz de conseguir.

perfilmajadilla

Perfil de la carrera. ¿Cota minima 5 metros y apenas se baja de la linea de los 100?

En cualquier caso, lejos de desmoronarme y ahora que la baja forma me permite hacer el ridículo de manera estrepitosa sin sentimiento ninguno de culpa, me apunté sin pensarlo demasiado al III Trail Cross de La Majadilla. ¿Es esto un acercamiento a la montaña? Yo mejor lo llamaría a un alejamiento del asfalto, ya que tiene ciertas características que lo separan del resto de carreras de montaña y que yo agradezco enormemente:

  • No aparece la palabra ultra por ningún lado.
  • Aparece la palabra cross
  • Va Gonzalo
  • No se corre en altura
  • No hay que levantarse a las 3 de la mañana
  • Va Lobillo
  • No hay que dejarse un riñón para pagarla y otro para correrla
  • No hay ninguna marca comercial en el nombre de la prueba

El entrenamiento específico para esta prueba ha sido nulo, un par de paseos por pistas de tierra y mis cuatro días de entrenamiento habituales desde hace un mes, de los cuales dos son cochineros, uno es fuerte de series y el otro es una tirada “larga” de entre 12 y 15 kilómetros. El domingo pasado engañado por “Lobillo y sus amistades peligrosas en movimiento” me sometieron a un stress test digno de los peores hombres de negro, y no me refiero a Will Smith.

Dicho todo esto, no tengo zapatillas, ni gorra, ni vaso, ni botella de agua y no pienso llevar el tocho de móvil a pasear por el campo. Pero lo que más me preocupa es no perderme, afortunadamente tengo un plan cojonudo para esto, y es no ir el primero abriendo camino. Seré pobre, pero tonto…

mapamajadilla

25 kilómetros se convertirán en mi distancia más larga corriendo, no es algo que me preocupe en exceso, pues los asfalteros sabemos que no es la distancia el problema sino el ritmo. La estrategia y objetivos serán los habituales de toda esta última etapa como corredor… aleatorios. Afortunadamente, el año pasado se corrió una distancia y circuitos diferentes (como no, la han hecho crecer…) y eso hará que no sea fácil proponerse una marca, además, el no conocer a casi nadie del ambiente runner-trail me ayuda a no seleccionar víctimas a las que seguir / evitar hasta el mismo día de la carrera…

Está mal que yo lo diga, pero esta crónica promete.

Septiembre

Septiembre es un mes como cualquier otro, o quizá no.

Para los estudiantes suele ser un mes odioso, significa el final de su verano y el inicio del año lectivo, justo lo contrario de lo que piensan sus padres. Aumenta el tráfico en la ciudad, las playas empiezan a vaciarse, vienen las mareas del Pino, la subida a Teror, la fiesta del charco… A mí siempre me ha parecido que septiembre es el mes ideal para tomarse unas vacaciones, poca gente, buen tiempo, mejores precios que agosto… Luego recordé que era autónomo.

Si septiembre es el mes de la vuelta al cole, el de este año se ha convertido para mí en el mes de volver a correr. Dos meses era el tiempo previsto sin correr en éste último paro forzado y aunque se cumplieron a mitad de agosto, decidí alargarlo otros quince días, porsiaca…

En lo que a correr se refiere, el primer objetivo de estos meses fue no subir de peso aunque no por rendimiento ni por estética. La idea de empezar a entrenar poco a poco y sin forzar tras una fractura de estrés es incompatible con hacerlo con más peso que antes. Lo más ligero que he estado corriendo es sobre 68-69 kilos y ahora estoy en 71. Justo antes del parón pesaba 72, así que…

 

Otro objetivo fue fortalecerme muscularmente. Mucha carrera, los kilómetros y algo de dieta me dejaron más flojo de la cuenta. Fortalecer pantorrillas (gemelos, sóleos, tibiales y peroneos) era primordial para esta lesión. Algunas horas de gimnasio más tarde, parece que todo sigue en su sitio.

 

 

El tercer objetivo era no perder demasiado fondo así que bici estática y simulador de escalones me han acompañado estos dos meses. El hacer ejercicio aeróbico sin que te de el aire te hace sudar más de lo normal y además, en mi caso particular me aburre enormemente. Es tedioso aguantar más de 30 minutos pedaleando o en la elíptica, y lo es con música, con TV o incluso de charla con amiguetes. En acumulado habré visto unas 12 veces el España – USA de baloncesto en Teledeporte (y las que nos quedan). Otra cosa de dificultad suprema, es subirme las pulsaciones en esos ejercicios. Cuando uno corre, a poco que apriete los machos se pone fácil a 160-170 pulsaciones y con cierta capacidad de mantener esa zona cardíaca. En la bici o sucedáneos me resultaba imposible hacerlo, luego salieron sesiones de 25-35 minutos a 140-150 pulsaciones medias en mi verano particular. Imposible mejorar fondo de esta manera y complicado no perderlo, pero sirvió a su propósito de no dejar al corazón dormirse durante el parón y quemar alguna caloría. Se ve que eso de no tener a nadie en frente al que adelantar hace difícil aguantar el ritmo vivo.

Llegó septiembre y tenía que empezar a correr. También tenía que hacerlo de forma ligeramente diferente, ya que si no, con toda probabilidad, me volvería a fastidiar la tibia. Total, que hace unos días he estrenado zapatillas y ayer estrené plantillas ortopédicas que me han hecho a medida, según un estudio biomecánico. Los detalles los dejo, por que dan para otro post.

Confieso que me planteé no escribir nada más sobre mi lesión, no quería que ésto acabara pareciéndose al blog del pié de Fabián Roncero (sin acritud) o que me llamárais el pupas a partir de ahora. Pero pudo la vena solidaria, ya sabéis, por si ayuda a alguien que esté en situación parecida (o termina de hundirlo).

Dos semanas, seis salidas a correr. Empezando el primer día con sólo 15 minutos suaves y llegando hasta los 30 minutos, a razón de 5 minutos más cada día. Ayer me probé yendo un poco más rápido y me sentí de nuevo corredor, aunque de esto me di cuenta cuando al llegar a casa estaba más preocupado por los flatos y las ampollas de novato, que por la pierna, que por ahora no rechista… ¡Y que se mantenga así!

Pues si, septiembre puede ser un mes como cualquier otro, aunque espero poder recordarlo con una sonrisa en la cara dentro de unos meses.

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