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Autosufrimiento

No sé si es por culpa de la monotonía, o es algún tipo de trastorno o síndrome raro digno de documental, pero lo cierto es que cada vez me pasa más a menudo y me está empezando a preocupar, me explico:

El lunes me tocaba un cochinero en toda regla, seis kilómetros a ritmo continuo sin ninguna pretensión más que correr. Pero debe ser que eso no es suficiente, que se me ocurrió durante mi trote costero pisar la arena de las playas por las que iba pasando. No era con pretensión de ponerme a prueba muscularmente (apenas di diez o quince pasos en cada playa) no era ninguna artimaña de entrenamiento ni un consejo del todo a cien de la revista Runners, simplemente me dio por ahí.

Sabía que hacerlo tenía el peligro de que me entrara arena en las zapatillas y me incomodara el resto del trayecto, pero precisamente ahí parecía recaer la gracia (por decirlo de algún modo). Por supuesto la arena entró e incomodó, pero lejos de hacerme el trayecto insufrible, lo convirtió en un pequeño reto que amenizó el entrenamiento.

En otra de mis últimas tiradas cochineras, usé a conciencia unos pantalones que me hacen rozaduras y una camiseta que se me descoloca de hombros y tengo que recolocármela cada poco tiempo, era ropa que ya tenía descartada para correr por incómoda pero “sorpresivamente” ha vuelto al cajón del deporte.

Algo parecido me ocurre en las tiradas largas, desde hace un tiempo busco las horas y los días de más calor para correr mis 14 ó 18 kilómetros. Si veo que hace malo no tengo reparos en posponer el entrenamiento a la espera de la solajera.

Todo esto se complementa con las ya más normales hazañas diarias de todos los corredores: apretar en las subidas, entrenar en ayunas a ritmo suave (otras veces no tan suave), hacer las tiradas largas sin líquidos ni sólidos o salir a correr con zapatillas con agujeros al más puro estilo Sosaku. También hay que contar con lo que llaman algunos “correr a oscuras” o lo que es lo mismo, sin batería en el GPS.

A primera vista, estos pequeños despropósitos puestos a conciencia, parecen simplemente pequeñas trabas que amenizan nuestros entrenos, pero yo creo que van un pasito más allá y nos las ponemos para conocer como van a ser nuestras reacciones si algún día nos pasa alguna de ellas sin avisar.

Hay que entrenarse en todas las condiciones posibles, no valen excusas, todo puede pasar en una carrera: viento, agua, sol, ampollas, rozaduras, roturas… eso si, no quiero veros en el parque romano con tres botellas de agua en la riñonera por dios!!!

Estoy loco, lo sé.

La tabla de multiplicar

Lo reconozco, nunca me aprendí las tablas de multiplicar. Con las tablas de multiplicar pasa lo contrario que con la sociedad actual, los extremos son deseables. Cuando el “profe” nos miraba y nos preguntaba alguna, todos queríamos ser agraciados con cantar la del uno o la del diez. Creo que del resto solo me sé la del cinco, así soy yo, supongo que por eso me hice informático, sólo necesitábamos unos y ceros.

Si en algo destaca la tabla del uno de las demás, es en su sencillez. Así que puestos a entrenar de forma sencilla, después del obligado descanso tras la Gran Canaria Maratón (medio maratón en mi caso) que mejor método que basarme en la tabla del uno para mis entrenamientos del tres al cuarto. Aunque para adaptarla mejor, hubo que invertirla:

1×6: Un día de entrenamiento por seis de descanso: Perfecto para darme cuenta que las ampollas seguían en su sitio y era mejor no salir más días. El típico ¿entrenamiento? de correr una vez a la semana.

1×4: Un día de entrenamiento por cuatro de descanso: De sobreentrenamiento no iba a morir, eso seguro.

1×2: Un día de entrenamiento por dos de descanso: Aquí me mantuve durante algunos ciclos, antes de pasar al siguiente paso. Tiene la ventaja de que con dos días de descanso seguidos, el día de entrenamiento puedes hacer lo que te venga en gana.

1×1: El clásico un día sí, un día no. Ya hay que planteárselo un poco, depende del estado físico puede no ser recomendable hacer dos ó tres días fuertes con sólo uno de descanso en medio.

Lo  mejor que tiene plantear el entrenamiento de esta forma, es la desvinculación de los ciclos de entrenamiento a las cargas y días fijos de la semana. Nada de lunes, miércoles y  viernes, es simplemente hoy si, mañana y pasado no. Una vez completada la fase de recuperación, donde la mayoría de días de entrenamiento eran rodajes suaves, ya empezamos a engranar días de entrenamiento consecutivos en la tabla del dos:

2×1: Dos días de entrenamiento por uno de descanso. La carga aumenta y ya no debemos hacer lo que nos plazca el día del entrenamiento. Lo ideal es hacer o calidad o cantidad el primero de los días de entrenamiento y un rodaje suave el segundo. En esta fase estoy yo ahora.

3×1: Tres días de entrenamiento por uno de descanso. Habiendo asimilado el resto de opciones bien, se puede probar con esto: día de calidad, rodaje corto, rodaje largo y descanso.

Todo esto parte como un intento de ordenar un poco el desorden que supone salir a correr sin entrenar para nada de manera específica, pero sin restarle el ánimo de mejorar la forma después de un periodo de descanso corto (por competición, pequeña lesión, parón por obligaciones, etc). Es ideal para encontrar sensaciones y prepararse para cosas “más serias”.

Sembrando

Buscar la palabra sembrar en google, hace que no dejes de sorprenderte de la interweb. La buscaba para tener una foto que simbolizara precisamente eso, la siembra, según la RAE en su sexta acepción: hacer algo de que se ha de seguir fruto. Digo esto, porque en épocas lejanas a objetivos, a los que nos gusta entrenarnos para la consecución de un fin, se nos hace un pelín cuesta arriba.

Después de una preparación más o menos “dura” para una carrera, si está bien planificada, deberíamos haber llegado en el tope de forma justo en el proceso de la famosa supercompensación. Después de la carrera, nos puede quedar más o menos tiempo en nuestra supercompensación, pero la bajada es inevitable. Cada persona es un mundo, y hay gente que puede mantener la forma “supercompensada” muy poquito tiempo y otros la pueden estirar mucho más. Pero no hay que engañarse. Si alguien dice estar “siempre igual de bien” es que está claramente por debajo su nivel durante todo ese tiempo.

Bajo ésta idea, me he dedicado las últimas semanas a perder forma. Suena un poco raro sí, pero viniendo de hacer 6 días de entrenamiento a la semana con una media de 75-80 kilómetros, salir ahora sólo tres veces a la semana no vale para mantener la forma (si aceptamos el concepto mantener, que es un bonito debate también).

Además de perder la forma de manera “voluntaria”, la señorita gripe me recordó que dejar el complejo vitamínico no fue buena idea. Tres días con fiebre y descansando muy poco me han dejado frito. Hoy he ido al parque a dar unas 7 vueltas, a ver si recordaba de lo que iba el rollito este.

A donde quería llegar con lo de la siembra, es que no se puede estar todo el tiempo al 100%, a veces hay que dejarse ir para en un futuro no muy lejano, recoger esos beneficios en forma de mejora de nuestra forma física y mental.

No es inusual hablar con corredores que han hecho una media este fin de semana, la semana que vienen tienen otra y además de montaña, luego una trail de no-se-cuantos, luego un triatlón en no-se-donde y así durante todo el año y año tras año.

Como dice la frase: el tiempo pone a cada uno en su sitio. Y en este caso el tiempo no es sólo una fecha, sino también una marca. Todo esto obviamente no vale de nada si la palabra mejorar no entra en tu diccionario runner, o si te conformas con hacer siempre lo mismo y de la misma manera, pero algo me dice que el espíritu del corredor no es ese, o al menos no es sólo ese.

La pista de atletismo

Desde que empecé a correr, siempre he sido más de hacer el mismo recorrido más rápido, que de correr más kilómetros. Lo normal en la progresión del corredor popular, parece la contraria, empezar saliendo a correr unos minutos e ir aguantando cada vez más y más tiempo. Cuando correr pasó a ser parte de mi vida, saliendo tres o cuatro días a la semana surgió una pregunta clave: ¿y ahora qué?. En este punto a unos les da por hacer fartlek, cambiar de “circuito” o salir a hacer lo mismo con amigos. Yo pasé directamente a la pista de atletismo.

Tienes un hobby y llega el momento en que ese hobby oculta a los demás, se come el tiempo de los otros. Luego indagas por internet y encuentras aquello de “las series”. Sólo para expertos, hay que tener una base de varios años de carrera continua y cosas similares se leen en todos los manuales (escritos y no escritos) para hacer series.

Tengo amigos corredores populares, que en su vida han pisado una pista de atletismo. Les genera una extraña ansiedad, se sienten como caballos encerrados en un hipódromo de juguete, perdidos sobre esa goma roja y un poco blanda donde se juegan las olimpiadas de verdad. Esa mitificación que envuelve a las pistas de atletismo hay que derrumbarlas. Se puede ir a correr a una pista de atletismo aunque uno sea un manta (como yo). Al fin y al cabo, todos corremos diez miles, medias y maratones y no somos Bekeles ni Mutais. No estamos hablando de hacer 100 lisos en 11 ó 12 segundos, pero sí se puede aspirar a hacerlos en 13 ó 14 ó 15 y creedme que la sensación de quitarte un segundo, en tan poco espacio es muy gratificante.

A mí, el hecho de estar en ese recinto y saber que mide exactamente 400 metros, que es “igual” que lo que se ve por la tele en las olimpiadas y que está pensado, hecho y fabricado para dejarnos los higadillos en él, qué queréis que os diga, me pone.

En éstas cosas tan exactas y medidas, no te puedes esconder. Si te despistas tres segundos en una vuelta, ya no cumples con el tiempo, si te pasas en la salida, lo pagas claramente en la recta final y ya no cumples con el tiempo, si has corrido las series anteriores muy fuertes, ya no cumples con el tiempo. Esa prontitud de resultados, esa posibilidad de ver a los pocos segundos si lo has hecho bien o mal, esa capacidad de sufrimiento en un tiempo tan corto es para mí lo que hace tan especial al correr sobre tartán. Los profesionales, tardan años en quitarse unas décimas de nada, pero a nosotros los populares, nos enseña a ser eficientes y ver como el crono refleja exactamente cualquier mínimo cambio que hagamos en nuestra estrategia o técnica de carrera.

La pista de atletismo es sufrimiento puro. A todos nos gusta correr por una avenida marítima a 19 grados durante hora y media, sobre todo cuando llegas a ese nivel de poder correr en velocidad de crucero por tiempo indefinido. Cuando corres por placer, lo haces por sitios más o menos bonitos rodeado de naturaleza en mayor o menor medida o muchas veces, con gente alrededor que como tú, también están disfrutando. Sin embargo, en la pista raras veces ves caras de alegría. Hay quien piensa que lo peor de la pista de altetismo es dar vueltas y vueltas al mismo sitio. Yo creo que si te está dando tiempo a aburrirte por exceso de vueltas, es que no estás rindiendo como es debido.

En la pista sólo ves estrés, concentración y sudor, y se escuchan jadeos y corazones a punto de estallar. Todo el que está sobre el tartán se está examinando contra tres jueces, a cada cual más duro: La pista, el crono y tú mismo.

A la pista hay que amarla y odiarla a partes iguales, pero al contrario de lo que se suele hacer. Hay que amarla cuando no cumplimos con lo que teníamos previsto, porque es ahí donde reside su magia, hay que quererla cuando después de muchas horas de gimnasio y de series al 75-85% nos quedamos a 1 segundo de la marca prevista. Ahí, cuando nos muestra toda su crudeza, hay que amarla, porque es dónde nos ayuda a mejorar. Odiarla es más fácil, cada vez que obtengas un beneficio por haberla sufrido (y serán muchas veces) sabrás que todo es mérito suyo.

P.D: Esto era un post pensado para hablar de unas zapatillas y ha acabado siendo otra cosa totalmente distinta. Habrá que escribirlo en otra ocasión.

A por nuevos objetivos

Correr sin objetivos no está al alcance de cualquiera, y yo no soy una excepción. Después del medio maratón de Gran Canaria, toca buscar motivación preparando otra carrera. El amigo Gonzalo me alertó de la existencia de un 10 kilómetros urbanos en Telde el 8 de abril, teóricamente después de esa fecha debería correrse la media maratón del Muelle y/o la Macan, así que el entrenamiento irá dedicado a una media maratón para Mayo, con una prueba de 10km en Abril. Aún así, febrero pretendo hacerlo muy suave, corriendo sólo tres – cuatro días a la semana y sin grandes aspiraciones salvo buscar sensaciones y disfrutar del correr, que no es poco.

En el corto-corto plazo, he hecho la pre-inscripción para la Canarias Vertical Run, una carrera de esas diferentes, que consiste en subir a lo alto del edificio Woermann por las escaleras. Se corre en formato contra-reloj (sale un corredor cada X minutos) y viene el campeón del circuito nacional de este tipo de carreras (Ignacio Cardona Torres, con un 1h 12″ en medio maratón). La inscripción (de 20 euros) me parece un atraco a mano armada, entre otras cosas, porque ni siquiera hay premios para ninguna categoría que no sea la de Bomberos, pero en fin, es lo que tienen los vicios, que cuestan dinero. La idea es echar unas risas haciendo entrenamientos diferentes y darles cañita a otras partes del cuerpo.

Habrá que hacer escaleras, cuestas, escaleras, series, escaleras, sentadillas y algunas escaleras más para preparar esto medio-decente, aunque a escasos 10 días de la carrera,  no creo que sirva de mucho. Lo mejor será dejarse el higadillo por la boca y ver que sigues prácticamente en el mismo sitio ¡todo sea por la variedad!

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