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La pista de atletismo

Desde que empecé a correr, siempre he sido más de hacer el mismo recorrido más rápido, que de correr más kilómetros. Lo normal en la progresión del corredor popular, parece la contraria, empezar saliendo a correr unos minutos e ir aguantando cada vez más y más tiempo. Cuando correr pasó a ser parte de mi vida, saliendo tres o cuatro días a la semana surgió una pregunta clave: ¿y ahora qué?. En este punto a unos les da por hacer fartlek, cambiar de “circuito” o salir a hacer lo mismo con amigos. Yo pasé directamente a la pista de atletismo.

Tienes un hobby y llega el momento en que ese hobby oculta a los demás, se come el tiempo de los otros. Luego indagas por internet y encuentras aquello de “las series”. Sólo para expertos, hay que tener una base de varios años de carrera continua y cosas similares se leen en todos los manuales (escritos y no escritos) para hacer series.

Tengo amigos corredores populares, que en su vida han pisado una pista de atletismo. Les genera una extraña ansiedad, se sienten como caballos encerrados en un hipódromo de juguete, perdidos sobre esa goma roja y un poco blanda donde se juegan las olimpiadas de verdad. Esa mitificación que envuelve a las pistas de atletismo hay que derrumbarlas. Se puede ir a correr a una pista de atletismo aunque uno sea un manta (como yo). Al fin y al cabo, todos corremos diez miles, medias y maratones y no somos Bekeles ni Mutais. No estamos hablando de hacer 100 lisos en 11 ó 12 segundos, pero sí se puede aspirar a hacerlos en 13 ó 14 ó 15 y creedme que la sensación de quitarte un segundo, en tan poco espacio es muy gratificante.

A mí, el hecho de estar en ese recinto y saber que mide exactamente 400 metros, que es “igual” que lo que se ve por la tele en las olimpiadas y que está pensado, hecho y fabricado para dejarnos los higadillos en él, qué queréis que os diga, me pone.

En éstas cosas tan exactas y medidas, no te puedes esconder. Si te despistas tres segundos en una vuelta, ya no cumples con el tiempo, si te pasas en la salida, lo pagas claramente en la recta final y ya no cumples con el tiempo, si has corrido las series anteriores muy fuertes, ya no cumples con el tiempo. Esa prontitud de resultados, esa posibilidad de ver a los pocos segundos si lo has hecho bien o mal, esa capacidad de sufrimiento en un tiempo tan corto es para mí lo que hace tan especial al correr sobre tartán. Los profesionales, tardan años en quitarse unas décimas de nada, pero a nosotros los populares, nos enseña a ser eficientes y ver como el crono refleja exactamente cualquier mínimo cambio que hagamos en nuestra estrategia o técnica de carrera.

La pista de atletismo es sufrimiento puro. A todos nos gusta correr por una avenida marítima a 19 grados durante hora y media, sobre todo cuando llegas a ese nivel de poder correr en velocidad de crucero por tiempo indefinido. Cuando corres por placer, lo haces por sitios más o menos bonitos rodeado de naturaleza en mayor o menor medida o muchas veces, con gente alrededor que como tú, también están disfrutando. Sin embargo, en la pista raras veces ves caras de alegría. Hay quien piensa que lo peor de la pista de altetismo es dar vueltas y vueltas al mismo sitio. Yo creo que si te está dando tiempo a aburrirte por exceso de vueltas, es que no estás rindiendo como es debido.

En la pista sólo ves estrés, concentración y sudor, y se escuchan jadeos y corazones a punto de estallar. Todo el que está sobre el tartán se está examinando contra tres jueces, a cada cual más duro: La pista, el crono y tú mismo.

A la pista hay que amarla y odiarla a partes iguales, pero al contrario de lo que se suele hacer. Hay que amarla cuando no cumplimos con lo que teníamos previsto, porque es ahí donde reside su magia, hay que quererla cuando después de muchas horas de gimnasio y de series al 75-85% nos quedamos a 1 segundo de la marca prevista. Ahí, cuando nos muestra toda su crudeza, hay que amarla, porque es dónde nos ayuda a mejorar. Odiarla es más fácil, cada vez que obtengas un beneficio por haberla sufrido (y serán muchas veces) sabrás que todo es mérito suyo.

P.D: Esto era un post pensado para hablar de unas zapatillas y ha acabado siendo otra cosa totalmente distinta. Habrá que escribirlo en otra ocasión.

A por nuevos objetivos

Correr sin objetivos no está al alcance de cualquiera, y yo no soy una excepción. Después del medio maratón de Gran Canaria, toca buscar motivación preparando otra carrera. El amigo Gonzalo me alertó de la existencia de un 10 kilómetros urbanos en Telde el 8 de abril, teóricamente después de esa fecha debería correrse la media maratón del Muelle y/o la Macan, así que el entrenamiento irá dedicado a una media maratón para Mayo, con una prueba de 10km en Abril. Aún así, febrero pretendo hacerlo muy suave, corriendo sólo tres – cuatro días a la semana y sin grandes aspiraciones salvo buscar sensaciones y disfrutar del correr, que no es poco.

En el corto-corto plazo, he hecho la pre-inscripción para la Canarias Vertical Run, una carrera de esas diferentes, que consiste en subir a lo alto del edificio Woermann por las escaleras. Se corre en formato contra-reloj (sale un corredor cada X minutos) y viene el campeón del circuito nacional de este tipo de carreras (Ignacio Cardona Torres, con un 1h 12″ en medio maratón). La inscripción (de 20 euros) me parece un atraco a mano armada, entre otras cosas, porque ni siquiera hay premios para ninguna categoría que no sea la de Bomberos, pero en fin, es lo que tienen los vicios, que cuestan dinero. La idea es echar unas risas haciendo entrenamientos diferentes y darles cañita a otras partes del cuerpo.

Habrá que hacer escaleras, cuestas, escaleras, series, escaleras, sentadillas y algunas escaleras más para preparar esto medio-decente, aunque a escasos 10 días de la carrera,  no creo que sirva de mucho. Lo mejor será dejarse el higadillo por la boca y ver que sigues prácticamente en el mismo sitio ¡todo sea por la variedad!

Quedan dos semanas

Dos semanas, quince días, medio mes o dicho de otra forma: poco, muy poco es lo que queda para la Gran Canaria Maratón. A estas alturas debería estar todo hecho, a dos semanas vista nada se puede mejorar, sin embargo, todo se puede ir al traste. Metidos en plena cuesta de enero, mientras el resto de la humanidad lleva un mes pensando en comidas, regalos, cenas, salidas, uvas, fiestas y más comida, los que hemos decidido correr esta maratón (la media en mi caso), solo tenemos ojos y oídos para nuestro cuerpo y nos pasamos el día buscando sensaciones y con la incertidumbre de si estamos entrenando mucho, o descansado demasiado.

Bueno, tampoco hay que exagerar, pero tengo que reconocer que si lo escribo, al final lo acabo pensando y ¡puede que me motive un poco más!. Mañana toca la última tirada de 20 Kilómetros y después de eso ya toca alternar entre kilómetros basurilla y series medias y largas a ritmo de carrera o un pelín más rápidas durante éstas dos semanas.

El objetivo inicial (que está lejos de ser posible) era 1h 19′. Esa marca implica correr los 21km entre 3’46”-49 m/km (dándome de margen hasta 1h 19’59”). Teniendo en cuenta que el último 10000 lo corrí en 35’50” (da un ritmo de 3’35”) el margen de 10″ por kilómetro para doblar la distancia no me parece suficiente.

Tengo curiosidad por saber el ritmo final que tendré en la media, para compararlo con el de 5000 y 10000. Ahora mismo está de la siguiente manera:

5000: 3’28”

10000: 3’35

1/2 Maratón: ???

Si de 5000 a 10000 pierdo 7 segundos por km ¿cuánto perderé de 10000 a 21000? Precisamente, la imposibilidad de calcularlo es lo que embellece esto de correr. Los mil factores que te afectan antes y durante la carrera, además del entrenamiento, descanso, alimentación…

En cualquier caso, espero bajar del 1:25:11 que tengo de la media maratón del puerto de hace ocho meses y restarle unos minutillos.

PD: La calculadora que uso para el cálculo del ritmo, marcas, etc. es ésta

PD2: La imagen del post, es de una mítica escena de la gran película de Paul Verhoeven: “Total recall” (echaros a temblar, se avecina remake para agosto).

En medio de ninguna parte

Tras el fiasco del entrenamiento del sábado, me tomé el domingo de descanso absoluto, quería dar tiempo al cuerpo y que se recuperara de aquello. El lunes estaba impaciente por probarme, quería saber que sensaciones iba a tener, no sabía si podría correr o volvería a bloquearme como el sábado. Me auto-propuse un rodaje suave, de 10 Km como máximo y sin mirar el crono, sólo quería correr un rato, sudar y ver que aquello fluía. Y así fue.

Di un total de 10 vueltas al parque romano, la primera y la última a 5:20 de calentamiento y enfriamiento y las del medio entre los 4:40 y los 4:10. Fue un rodaje cómodo y sin dolor de ningún tipo, exactamente lo que uno piensa cuando piensa en simplemente rodar. Si no fuera por la experiencia del sábado, diría que fue un día como cualquier otro. Hoy martes me entran las dudas, no sé qué hacer, estoy en una especie de callejón sin salida. ¿Sigo entrenando a ver qué pasa?

Eso sería el plan A, pensar que fue un bajón puntual, que no volverá a pasar y sigo con el ritmo de entrenamiento, con el cuchillo entre los dientes.

El plan B me dice que puedo estarme pasando, tanto de ritmos como de kilómetros y lo conveniente sería parar, o como mucho, mantenerme rodando pocos kilómetros y no meter demasiada (o no meter en absoluto) calidad. Más vale quedarse corto en esto, que pasarse y luego lamentarlo.

El término intermedio igual es el bueno, y puedo dejar ésta semana de descanso activo, pocos kilómetros y además lentos y empezar a apretar la semana que viene y ver cómo voy. El objetivo se acerca y hay que evitar tirarlo todo por la borda, apenas queda un mes y una semana, no hay que hacer experimentos a estas alturas.

Queridas piernas

No me esperaba esto de vosotras. Me teníais tan bien acostumbrado, que me habéis pillado por sorpresa, como una huelga de pilotos en navidad. Cuando más os necesitaba me habéis fallado. Una mañana espléndida para correr, nublada, 20º, nada de viento y 10 kilómetros por delante sin prisa de ningún tipo. Sólo teníais que estar a un 60% de lo habitual para cumplir sobradamente con el día de hoy, no hacía falta que ni siquiera os presentarais al puesto de trabajo. Os calenté de sobra, más de lo habitual diria yo, incluso usé un gel de calentamiento por si acaso, pero ni con esas. Normalmente peco de salir demasiado rápido en los días de rodaje… ¿pero hoy? ¡si podía hasta mirar el paisaje!. Viendo que no había forma de llegar a un acuerdo con ellas opté por dar la vuelta y acortar la jornada laboral sobre el kilómetro 4, pero la vuelta pareció enfadaros aún más. Pasé del trote cochinero al trote arrastrao del que sale a correr con resaca, y  aún asi todavía iba a ser peor. A falta de dos kilómetros para llegar a casa tuve que parar, estiraros de todas las formas posibles, gemelos, cuádriceps, isquios, tibiales, abductores y demás cosas que tenéis ahí adentro, nada. No quedó otro remedio que caminar hasta casa, aceptar mi derrota, habéis ganado. ¿Ganado?.

PD: Os avisaré por adelantado la próxima vez que haga un 16×100 y además prometo no hacerlas en menos tiempo del exigido.

Atentamente, el resto del cuerpo.

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